Liderar sonriendo

Estos días estamos trabajando con diversos equipos, de diferentes industrias, en temas de liderazgo. Es curioso lo poco que ha evolucionado el concepto que tienen los líderes sobre lo que es el “Liderazgo”, en un mundo que cambia cada minuto a velocidades que no imaginábamos. Y es que cuando se trata de dirigir personas, cuando se trata de influir en ellas, pueden cambiar las formas, pero en sí la esencia es la misma.

Hoy siguen aún vigentes los conceptos romanos de “potestas” y “auctoritas”. De ahí derivan lo que conocemos como el poder, o la capacidad que nos dan para detentar nuestras funciones como líderes, y la autoridad como aquello que me gano con mi equipo para influir en ellos. Hemos hablado también de Maquiavelo, cuando el Príncipe le preguntaba sobre qué era mejor para triunfar: si que que temieran o que te amaran. Y la respuesta hoy todavía no es sencilla.

Hay liderazgos atemorizantes, que consiguen resultados por coacción, miedo o posibles consecuencias. Y en el otro extremo hay liderazgos amables que consiguen resultados gracias a ganarse a las personas para la causa, poniéndoles en el centro. Hoy todavía los primeros piensan que con liderazgos suaves no podrían conseguir resultados. Y tienen razón. Ellos se sentirían frustrados porque no entienden que el concepto “persona” está por encima del concepto ”resultado”. Y por otro lado, los del segundo grupo, no podrían gestionar resultados teniendo subyugadas a las personas en pos del resultado, dándole igual las condiciones, las circunstancias, o el precio a pagar por conseguir el éxito. Dos estilos que hoy siguen conviviendo en las empresas, complementarios. Dos polos opuestos desde los que conseguir éxitos.

Hace unos meses vimos a un líder de los que se podría considerar suave en las formas, siempre con una sonrisa, con un buen gesto, creando buen clima, cómo consiguió revalidar el torneo de la Champions League para el Real Madrid. Estoy hablando de Zinedine Zidane. Tres entrenadores antes que él, con un modelo muuuuy diferente, trataron de hacerlo sin éxito. José Mourinho, por ejemplo, no consiguió más que un buen palmarés de récords de partidos ganados, puntos, etc… pero una sola Copa de Rey con un equipo de una calidad similar. Con gesto malencarado, con problemas con la prensa, con los rivales a los que metía literalmente dedos en los ojos, con sus propios jugadores creando un clima de sospecha, temor y malentendidos, que le llevó incluso a apartar del equipo a su capitán y portero talismán…

Zindane - Un buen equipo

Hoy, más que nunca, estoy convencido de que un buen liderazgo no está reñido con ser exigente en la tarea pero suave en la formas. Las cosas han de hacerse, pero no todo vale para conseguirlo. Mano firme en guante de seda. Hay muchas maneras de decirlo, y otras tantas de hacerlo. Pero me alegra que por fin veamos en los liderazgos amables los resultados de forma tan visible. Me alegra que triunfe el sentido de equipo por encima del de las estrellas “killers”, que se abren espacio a codazos en la empresa, aprovechando la primera ocasión para pisar al de al lado, trepando sin importar a quien ponen el pie en la cabeza. Y nada más me alegraría que los líderes que tienen personajes como estos en las empresas, empiecen a entender el daño que hacen, a valorar que les iría mejor sin ellos, y que los empujen a cambiar o salir.

Un viejo proverbio chino ya decía: Quien no sonríe no debe abrir tienda.

Buena semana

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